Con el final de las vacaciones, comenzamos una etapa más serena, más ordenada, con horarios y obligaciones.
Hasta los paisajes se relajan, las hojas se caen y el ocre en todas sus tonalidades inunda campos y bosques. El otoño, la estación de la vuelta al cole y al trabajo, nos deja menos horas de luz y más frío; para algunos puede ser motivo de decaimiento, pero para otros de liberación.
Por fin llega la normalidad, todo se ordena y podemos cuidar nuestro cuerpo y nuestra alimentación: es el momento de reanudar los hábitos de vida saludables abandonados durante el verano.
FRUTAS Y VERDURAS
Es el momento de ir incluyendo en nuestra dieta los platos de cuchara que se abandonaron casi del todo en verano: cocidos, legumbres y guisos de patatas con carne o pescado alternados con una buena cantidad de verduras, ensaladas y frutas.
Una pieza fundamental de la alimentación preventiva de otoño es la fruta que precisamente la naturaleza nos brinda en el momento adecuado. Ahora empiezan a madurar los cítricos. Naranjas, mandarinas y pomelos son las mejores fuentes de vitamina C, de amplio y conocido papel antiinfeccioso, especialmente frente a las viriasis propias de esta época.
La uva también es una fruta altamente recomendada por su gran poder natural antioxidante, que nos ayuda a preparar al organismo frente al brusco cambio de tiempo.
Además la uva es muy depurativa por lo que podemos hacer una limpieza de nuestro organismo tomándola por las mañanas en el desayuno de dos a tres veces por semana.
MIEL
La miel, aporta calorías de utilización rápida por su contenido en hidratos de carbono, por lo que conviene incluir una pequeña cantidad diaria en nuestra dieta preventiva y, al igual que las frutas, sus azúcares son naturales por lo que son más rápidamente absorbidos por nuestro organismo y nos aportan muchas menos calorías.
Así que ya sabéis, a cuidar nuestro cuerpo para que la nueva estación nos afecte lo menos posible y evitemos esos odiosos catarros que siempre se suelen dar.